“Tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, al enterarse de todo este mal que le había sobrevenido, llegaron cada uno de su tierra, habiendo acordado venir juntos a condolerse con él y a consolarlo.” (Job 2:11)
La amistad de los tres amigos era tal, que los unía con Job incluso en su sufrimiento y en su dolor. A causa de lo desfigurado que se hallaba Job por su enfermedad, no le reconocieron. Mostraron su sentimiento hacía él y su simpatía de cuatro maneras:
- Lloraron a gritos.
- Rasgaron sus mantos.
- Esparcieron polvo sobre sus cabezas.
- Permanecieron sentados con él, en la tierra, durante 7 días y 7 noches y no dijeron nada .
Elifaz, el temanita
Como un “hijo de Abraham”, Elifaz, el temanita, debería ser una bendición para todas las naciones (Génesis 12:3). Pero se nota que Elifaz es descendiente de Esaú y las Escrituras revelan que los descendientes de Esaú están maldispuestos hacia los descendientes de Jacob. Un ejemplo está en Números 20:14-18. En vez de consolar a Job durante sus sufrimientos personales, Elifaz, el ahora hijo de Esaú, lo impugna.
Inicialmente consuela a Job refiriéndose a sus buenas obras:
“Tú enseñabas a muchos y fortalecías las manos debilitadas; con tus palabras sostenías al que tropezaba y afirmabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; al alcanzarte, te conturbas. ¿No has puesto en temer a Dios tu confianza? ¿No has puesto tu esperanza en la integridad de tus caminos?” (Job 4:3-6)
Mientras se desarrolla el debate se nota un cambio de actitud. En su discurso final (22:5-11), Elifaz contradice sus comentarios anteriores:
“Por cierto, tu maldad es grande y tus iniquidades no tienen fin. Sin razón tomabas prenda de tus hermanos y despojabas de sus ropas a los desnudos. No dabas de beber agua al cansado y negaste el pan al hambriento. ¡Tú, el hombre pudiente que poseía la tierra, el distinguido que habitaba en ella, a las viudas enviabas vacías y quebrabas los brazos de los huérfanos! Por eso estás rodeado de lazos y te turba un espanto repentino; estás en tinieblas, de modo que no ves, y te cubre un torrente de agua.”
Bildad, el suhita.
Bildad, el suhita, es un “hijo de Abraham”. Aquí está otra persona que podría ser considerada como una bendición para todas las naciones. No obstante, es el menos indicado para llevar las bendiciones en comparación con Elifaz, el temanita. Sin embargo, debemos admitir que los argumentos de Bildad contienen términos viscosos. En vez de criticar a Job directamente, Bildad construye un personaje hipotético y malo. Luego describe lo que pasará con esta persona imaginaria, aludiendo detalladamente a las calamidades que Job sufre. (Mientras continuamos con el estudio del Libro de Job, debemos tener precaución con la crítica a los diversos personajes identificados porque finalmente ellos reciben la salvación. Hablaremos de esto más tarde.)
La conclusión de Bildad, el suhita, está en Job 18:21:
“Tales son ciertamente las moradas del impío, y ese es el lugar del que no conoce a Dios.”
Sin embargo, aunque Job tuvo que sufrir calamidades, su testimonio es: “¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10)
Es fascinante. Aquí descubrimos, antes de la revelación de Jesucristo y del apóstol Pablo en el Nuevo Testamento, una lección poderosa que enseña cómo un hombre de fe puede ser comparado con un “hijo de Abraham”.
Zofar, el naamatita, un hijo de Abraham, un israelita, un judío
Zofar es un descendiente de Benjamín. Es judío por linaje de Jacob. Está muy cerca del “pueblo de Dios”. Sin embargo, lo que dice durante el debate está muy lejos como para alcanzar la salvación al igual que sus dos amigos. En vez de empezar su conversación con palabras amables, Zofar ataca inmediatamente (Job 11:6).
“y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.”
Después de un análisis racional de lo que dice se concluye que Zofar ha hecho varias aserciones no sostenibles. Los tres amigos abogan por la falsa doctrina de la “retribución directa”. Es Zofar quien la presenta con más claridad en Job 11:11-20.